#8 Aprovechando San Valentín, se viene un nuevo boletín
La verdad es que el título rima. Y ya es mucho más que lo que intentan vender algunos en el ámbito educativo.
La ilógica del calendario escolar, marcado más por festividades religiosas que por el sentido común, hace que haya períodos lectivos que se nos atraganten y otros que se nos queden cortos. Eso sí, nadie se ha puesto a diseñar un sistema educativo para el bien del alumnado. Es lo que tiene diseñar la educación desde los despachos sin contar con la comunidad educativa. Nada, lo de siempre. Todo para el pueblo pero sin el pueblo. Bueno, mejor dicho, todo para algunos del pueblo. Es que el pueblo, como siempre sucede, son solo unos cuantos.
Lo mismo que la LOMLOE. Una ley que solo defienden los que están enamorados de ella. No olvidemos que hay gente que se enamora. Y enamorarse siempre es sano. Siempre y cuando ese enamoramiento no te haga olvidar todo lo que se esconde tras ciertas cosas porque, por mucha feromona legislativa que desprenda una ley hecha por los tuyos, uno debe ser capaz de amar con criterio. O, como mínimo, con un poco de criterio.
Pero ya me lío y esto debería ser solo un boletín para desgranar qué he escrito la semana anterior. Así pues, vamos a ello.
Voy a empezar incorporando un post que me dejé en el último boletín. Uno en el que critico abiertamente el modelo de inclusión educativa que se está planteando y en el que, a diferencia de lo que opinan algunos de mi falta de propuestas, pongo sobre el tapete digital una propuesta para mejorar esa inclusión de verdad. Con recursos, con estrategias y con mucho sentido común. Algo que, como he dicho en muchas ocasiones, falla (no solo) en educación.
Mi propuesta para la inclusión educativa
Posteriormente escribí un artículo riéndome de aquellos que dicen que no hay dinero para la educación. Hay miles de millones de euros. Sí, he dicho miles de millones. Eso sí, todos sabemos en qué se gastan. En proyectos chorra y, curiosamente, comprando ciertas cosas a un precio muy superior al de mercado. Es lo que tiene no saber gestionar el dinero público. Y, por desgracia, da la sensación de que los que gestionan el dinero público lo hacen muy alegremente. No quiero entrar en si se meten parte en el bolsillo o se lo dan a amiguetes. Eso ya son suposiciones que, salvo casos concretos, cuestan de demostrar. Pagar por una bombilla doscientos euros debería investigarse pero, como siempre sucede, jamás acaban investigándose ciertas cosas.
El blog también me sirve para preguntarme y preguntar ciertas cosas. Entre ellas si resulta más complicado lidiar en un aula ahora o hace años. No estoy hablando solo de aprendizajes (que sé que se han reducido a nivel global). Estoy hablando de si es posible hacer ciertas cosas, que se hacían antes, en las aulas o si hay las mismas condiciones de trabajo (tanto para alumnado como para profesorado).
¿Es más difícil dar clase ahora que cuando empecé en docencia?
No podemos menos que tomarnos ciertas cosas que están pasando en educación como cachondeo. Es que, si nos lo tomamos en serio vamos a acabar mal. Hay que reírse un poco. El problema es que nos estamos riendo en ocasiones de cómo tiran el dinero público en ciertas cosas. Pero ahí, salvo estirarnos de los pelos, poco podemos hacer. Así que mejor tomárnoslo con humor. Ácido y cáustico, pero humor al fin y al cabo. Además a algunos les hace más daño que nos riamos de ellos que no que les cuestionemos. Sus pedestales tiemblan. Sí, incluso que no lo parezca. Y se enfadan.
Me analizo muchas veces. Analizo mi devenir profesional. No creo que sea malo hacerlo. Y, como dije la semana pasada, me siento un poco acróbata de lo que está sucediendo. Acróbata y experimentando siempre. Muchas veces, por desgracia, sin red de sujeción. Algo que tiene sus riesgos.
Finalmente, para cerrar este boletín, una pequeña disertación, escrita en el blog, acerca de uno de los grandes trincadores de conceptos pseudocientíficos. Gardner, el de la teoría de las inteligencias múltiples, que han comprado tantos iletrados o ilusos que, visto que ya no saca tanto dinero como antes, retoma el concepto de las cinco mentes. Cinco mentes. Cinco lobitos. Cinco eurillos. O la típica rima que voy a ahorrarme que todos conocéis.
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Disfrutadlo y pensad que con los OVNIS que nos están vendiendo para tapar desastres medioambientales, quizás quede poco tiempo de disfrutarlos.