#31 Por suerte, en esta newsletter, solo hablo de lo que escribo en el blog
Redes sociales: para algunos, entre arenas movedizas y ciénaga putrefacta
Hace un tiempo abandoné Twitter (ahora X) por la gran cantidad de personajes, algunos de los cuales están relacionados con la educación, cuyo único objetivo vital es el insulto, la coacción, la amenaza y el azuzar a sus huestes para quienes piensen diferente. Y, la verdad, es que sigo pensando que ha sido una buenísima decisión. Además, como he dicho en múltiples ocasiones, mi objetivo no es el de promocionarme. Por eso me interesan tan poco esas métricas.
Pero bueno, a qué viene lo anterior. Pues a uno de los últimos debates en los que algunos azuzan la profefobia. Sí, hay algunos que consideran que todos los docentes son malos y no se preocupan por su alumnado. Bueno, salvo ellos, claro está. Y esto me llevo a escribir el artículo de ayer. Voy a ir al revés hoy. No por nada. Simplemente porque me ha dado por ahí.
Reconozco que este fue mi segundo post de ayer ya que, por la mañana, había escrito uno en el que hablaba de certificaciones a pepinos (melones, según algunos, sería más apropiado). Estamos certificando por encima de nuestras posibilidades y, al final, nos vamos a encontrar a un titulado en Filología Hispánica que cometerá trescientas faltas en un texto de veinte palabras. Tiempo al tiempo. Ya no entro en la gran cantidad de túneles de trenes por los que no caben y la normalidad que va a suponer que, preguntando al azar por la calle, sea rara avis el que sepa la capital de Francia. Y no, por desgracia, no estoy exagerando ni siendo pesimista. Eso sí, a tope de inclusión, de inteligencia emocional y DUA.
Me estoy haciendo mayor y me apetecía recordar mi primera sustitución en un aula. Algo que he intentado explicar con pelos y señales, aunque la memoria, pasados los años ya no es tan fiel como en ese momento. Así que imaginaos la imposibilidad, en caso de que no haya textos, de interpretar objetivamente la Historia. Lo sé, la Historia la escriben los ganadores y siempre puede irse cambiando para adaptarse a las necesidades de “los que mandan” en cada momento.
Al empezar al revés me he dado cuenta de que he escrito dos artículos relacionados con el señalamiento a los docentes. Lo sé, somos responsables, entre otras cosas, de la extinción de los dinosaurios y de la muerte de Manolete. A ver si no.
Ahora voy a hacer otro salto temporal. Voy a incorporar los dos artículos que han sido más vistos en esta última semana. Decenas de miles de visitas el primero y, por desgracia, solo unos miles el segundo donde, al final, alumbraba a aquellos con tan pocas luces que no entendieron la ironía del primero. Sorprende pero hay muchos que se quedan solo con el título de un post y ni tan solo lo leen. Ya puedes poner en las etiquetas que es “irónico” que, por desgracia, no van a llegar. Pero, sabéis lo más preocupante… que se nieguen a bajarse de la burra cuando se lo dices. Hay gente de ideas fijas y que, por mucho que se lo indiques, van a seguir afirmando que la Tierra es plana. Y entre ellos más docentes de los que me gustaría.
El 99,99% de lo que se estudia en las aulas no sirve de nada
Escribir me da muchas alegrías… y me permite algunas carcajadas
Sé que me repito, pero ¿no os dais cuenta de que todo lo que se propone como innovación ya se ha probado una y otra vez con resultados nefastos para el aprendizaje de nuestro alumnado? Bueno, ya no entro en que algunos denominan innovar a teorías pedagógicas de tipos del medievo. Esos ya son nivel top. Y muchos se hallan en las Facultades de Pedagogía y Ciencias de la Educación formando a futuros docentes. Algo que me preocupa.
El uróboros educativo: repetir modas y herramientas hasta volver al punto de partida
Y, finalmente, un post constructivo (escribo más de constructivos que destructivos aunque, por desgracia, algunos insinúen que no es así). Uno acerca de cómo podríamos mejorar el aprendizaje del alumnado de un centro educativo diseñando una estrategia de centro personalizada. Eso sí, con un buen sistema de evaluación ya que la evaluación es clave para todo. Evaluación independiente, objetiva y realista. No escondiendo resultados como hacen algunos. Que nos conocemos todos.
He intentado escribir este boletín con inteligencia artificial y, por desgracia, me sacaba un texto en el que hablaba de artículos que no he escrito jamás. Bueno, al igual que algunos que publican libros o investigaciones de cosas, cuyas fuentes que mencionan, jamás han revisado.