Hoy empieza la última semana con alumnado en todos los centros educativos. El mío no es una excepción. Semana demoledora para algunos, con todas las notas puestas, las evaluaciones realizadas y, por desgracia, en mi caso y en el de mis compañeros, sin saber todavía dónde vamos a estar el curso que viene. La lentitud de las obras del nuevo centro hacen que, a día de hoy, empiecen a aumentar las apuestas para no empezar en septiembre frente a las que, hasta ahora, dominaban los almuerzos y cafés.
La semana anterior fue, al menos en mi caso, una semana bastante caótica. Muchos viajes en coche por cuestiones personales, evaluaciones y mucho sudor al estar haciendo cajas para trasladarnos, como he dicho antes, a ese nuevo centro que no sabemos si va a estar. Y eso que, en mi estado de salud, es muy poco recomendable el hacer esfuerzos físicos. Tampoco para mi lorza bien estructurada.
El caos de la semana anterior hace que haya escrito de forma mucho más racional. Menos artículos y eso, seguramente, es algo que me agradecerá el personal que me lee asiduamente.
Pero vayamos a lo que os interesa a los que estáis suscritos a esto. A resumir de qué he hablado la semana anterior en el blog.
Empecé hablando del fiasco que ha supuesto, por motivos varios, mi experiencia como docente. Ya puede uno llevar cursos trabajando pero, por desgracia, no se sabe por qué, hay cursos que van como el culo. Este ha sido uno de ellos. Y no solo en una clase. Haciendo una autoevaluación sincera de mi trabajo me doy cuenta que, por desgracia, las expectativas iniciales han sido solo eso, expectativas. Un desastre sin paliativos. Un curso para olvidar en mi rol de profesor de Tecnología. Eso sí, a otros niveles, como asesor de digitalización, más que contento. Pero no era mi función principal.
¿Cómo me ha ido profesionalmente este curso 2022-2023?
También he escrito un artículo por el cual se me ha tildado de facha, rancio, retrógrado o, simplemente, afín a la extrema derecha. Nada. Algunos todavía no entiende que si ha venido el lobo ya ha venido. Y si no lo ha hecho, pues tocará juzgar por lo que hagan los nuevos en mi Comunidad. Algo que seguiré haciendo críticamente, y con la misma dureza, al igual que cuando mandaban los de otro color porque, al menos a mí, me gusta juzgar las cosas. Especialmente cuando ya se han realizado las elecciones y los resultados no pueden cambiarse. Lo sé. Algunos necesitan pedir que todos nos posicionemos a diario para que se sientan satisfechos. El problema es que, al menos a mí (y no creo ser el único), me gusta ser más constructivo.
Y, finalmente, dos artículos que van en pack acerca de propuestas para mejorar la educación valenciana. A ver si alguien de los que gestiona el cotarro me lee y se plantea alguno de los puntos que he incluido. Todos, claro está, escritos en base a mi experiencia profesional y a lo que dicen las diferentes evidencias. Lo sé, las evidencias son perversas, pero mejor tener algo sólido en lo que basarte que hacerlo apelando a ensoñaciones varias.
50 propuestas para la mejora de la educación valenciana (primera parte)
50 propuestas para la mejora de la educación valenciana (segunda parte)
Ayer me despedí de Twitter diciendo que estaba esperando la llamada de los nuevos ofreciéndome ser Conseller de Educación de mi Comunidad. Algunos me comentaron si sería capaz de serlo, u ocupar un cargo en educación, sabiendo quienes mandaban en mi Comunidad ahora. Pues sí. Porque, a pesar de que algunos todavía no lo entiendan, lo importante es poder hacer cosas. Y también, para dejarlo claro, como funcionario, mi trabajo es el servicio público que, me guste más o menos, está guiado por las normas y principios que dicten los que gestionan en cada momento nuestro sistema educativo. Algo que parece que a algunos se les olvida.
Otra cuestión es que, al menos en mi caso, con experiencia previa en Conselleria, me lo deberían pintar muy bien (además de tener la posibilidad de tomar decisiones) porque, a diferencia de muchos de los que están ahí, a mí me gusta dar clase. No solo es que me guste dar clase. Es que mis condiciones laborales, quizás por el lugar y el tiempo en el que estuve en la zona gris, son mejores en mi centro educativo actual, que en la administración.
Esto ya está…