#12 Las propuestas educativas casi siempre tienen intereses poco educativos
Mucho trinque en el ámbito educativo. Muchísimo.
En mi Comunidad estamos inmersos en semana fallera. Asistencia a las clases regulinchi, justificadas esas ausencias por la mayoría de las familias y, como siempre, otra semana de esas que, por culpa de un calendario escolar surrealista, no sabes muy bien para qué acaban sirviendo. Pero bueno, es lo que hay. Y a estas alturas de la película, ni mi opinión, ni la de la que os llega este correo, sirve de mucho.
Pero vayamos a lo que os interesa a los que os habéis suscrito a esto. A saber de qué he hablado la semana anterior en el blog. Ya veis que, por lo visto, lo de cumplir lo de recibir el boletín en lunes, lo llevo bastante mal. La verdad es que ayer no me acordé de escribirlo. Y hoy, de casualidad, mientras estaba bebiéndome el primer café del día, he dicho… ¡cáspitas, la Tiza 2.0!
Empecé la semana pasada hablando del programa de prevención de conductas suicidas de la Comunidad Valenciana. Un programa basado en pseudociencias (entre ellas la inteligencia emocional), que volvía a sobrecargar de más tareas a los docentes de aula y que, por desgracia, tenía un interés, viendo a quién se lo otorgaron, puramente pecuniario. Es lo que tienen la mayoría de proyectos y programas educativos. Solo hace falta querer tirar un poco de la cuerda. Siempre hay quienes sacan tajada. Y siempre, curiosamente, mande el que mande, de la ideología que sea, son los mismos.
El programa de prevención de conductas suicidas del alumnado valenciano: un auténtico escándalo
Tocaba también la semana pasada explayarse con un artículo, en clave personal, hablando de la cantidad enorme de cambios que he experimentado en mi vida profesional. De la incertidumbre que me genera lo que hago. De la necesidad de adaptarme continuamente al contexto. De no saber nada y dudar de todo. A diferencia, claro está, de aquellos que lo saben todo. Aquellos que, curiosamente, jamás han olido un aula de etapas obligatorias en su vida salvo cuando fueron estudiantes. Me estoy haciendo mayor y son reflexiones de dinosaurio docente.
Odio la hipocresía. Odio que unos defiendan una manera de hacer las cosas y, curiosamente, cuando les interesa personalmente, acaben criticando la misma manera que antes han defendido. Ha aparecido una modificación de los grados de Magisterio que, curiosamente, critican, los mismos a los que les parecía bien la imposición de la LOMLOE, por ser algo impuesto. A ver, que se aclaren ya. Es que yo ya no tengo muy claro qué quieren y qué no quieren determinados profesionales. ¿Cambios desde arriba? ¿O solo cambios desde arriba cuando siguen sus directrices e ideología? Que me lo expliquen… A ver, que lo tengo claro. Lo “mío” siempre es lo relevante. Mientras toquen a los demás no pasa nada.
¿Qué hay de lo mío? De la LOMLOE a la reforma de los grados de Magisterio
Y, finalmente, dándome cuenta de que he tenido una semana poco prolífica en el blog, hablé de la necesidad de supeditar las decisiones educativas a cuestiones técnicas. Es complicado hacerlo porque es mucho más fácil tirar de la ideología pero, por desgracia, si queremos mejorar la educación tenemos que hacerlo haciendo un buen diseño, por profesionales y con una correcta evaluación de resultados. Y también exigiendo responsabilidades cuando se aplican determinadas cosas, se incorporan determinados cacharros o, simplemente, se opta por modelos educativos muy mercantilizados.
Decisiones técnicas en educación… ¿para cuándo?
Una semana muy corta. El miércoles Claustro y, después del mismo, ¡Fallas! No es que me gusten más o menos. Es que, para un docente vacacional como yo, lo de no trabajar es lo mejor del mundo. Ojalá tuviera esos trece meses de vacaciones que nos otorgan algunos a los docentes. Ojalá.